
Los problemas de etiquetado y marcas del jamón siguen generando
confusión en el consumidor. Más allá de la ambigua legislación
del jamón ibérico –Real Decreto 4/2014– ahora la polémica
se centra en el jamón curado que comercializa la empresa
Comapa, principal proveedor de Carrefour, bajo la marca Sierra
Alpujarra y con el nombre de Granada con carne traída de Polonia. La
asociación de productores y expertos del sector denuncian un
engaño al consumidor por la confusión con los jamones de La
Alpujarra, reconocida como Marca de Garantía; mientras la empresa
defiende la legalidad de su marca y Carrefour, en última instancia,
se aprovecha de esta confusión con grandes ofertas.
“Los
jamones Sierra Alpujarra utilizan La Alpujarra porque se vende más.
El problema es que el consumidor se confunde al pensar que es
realmente de la marca La Alpujarra”, denuncian desde la Asociación
de Productores de La Alpujarra, quienes aseguran que en 2017 se
vieron obligados a proteger su marca con una Marca de Garantía, que
se ajusta a un reglamento de la Junta de Andalucía. Un sello
diferenciador de calidad que según estos nada tiene que ver con los
jamones Sierra Alpujarra y cuyo parecido en el nombre invita a la
confusión.
Desde
Comapa se defienden alegando que esta marca se lleva utilizando desde
hace más de diez años, y la última renovación es de marzo 2016.
“Como se puede observar si se consulta en la Oficina Española de
Patentes y Marcas, las diversas marcas de nuestra titularidad, Sierra
Alpujarra Granada, tienen fecha de registro anterior a la Marca de
garantía”. De esta forma, desde la empresa afirman que el hecho de
ser titular de las citadas marcas españolas permite “su uso en el
tráfico económico para los productos para los que se encuentran
concedidas”.

Cabe
recordar que Comapa es una de las mayores distribuidoras de productos
cárnicos de España y principal proveedor de Carrefour, donde esta
marca es de las más vendidas, según fuentes del sector; aunque por
razones de confidencialidad, desde Carrefour no pueden ofrecer cifras
de ventas. Fuentes del sector explican que “la cadena gala adquiere
a un precio fijo que ronda los 16-17 euros la pieza. En el mejor de
los casos la cadena los vende a 38 euros, pero de manera recurrente
elabora ofertas con grandes descuentos de 50 euros dos piezas”.
Este
precio ha hecho que los productores de la marca La Alpujarra, cuyos
productos son elaborados en otras condiciones, aseguren tener
pérdidas en sus ventas frente a estos precios y procesos
industriales intensivos realizados en Polonia y sin ninguna
vinculación a la zona. Hecho que fomenta, según dichas fuentes, la
confusión en el consumidor.
PROCEDENCIA
POLACA DEL JAMÓN
En
cuanto a la procedencia de los jamones bajo la marca Sierra Alpujarra
no es ilegal comercializar jamón de Polonia o de otro país de la
comunidad europea, según la asociación. Lo ilegal, en este caso, es
no curar el producto en La Alpujarra y eso es algo que la asociación
pone en duda sobre Comapa.
De
hecho, si ampliamos el espectro la confusión va mucho más allá.
Varios expertos del sector aseguran que es una práctica habitual,
que afecta a otras empresas y marcas como Navidul de Campofrío. “En
cuanto a la importación de materia prima desde otros países de la
UE, está extendida en toda la industria cárnica española. Cabe
recordar que tanto Polonia, como otros países como Hungría y Países
Bajos forman parte de la Unión Europea, se encuentran todos
amparados por la misma legislación, requisitos y garantías
sanitarias”, aseguran fuentes de Comapa.
De
hecho, estos vienen marcados por un código de letras donde se puede
comprobar. En el caso de Polonia es PL (como muestra la imagen). Sin
embargo, muy pocos consumidores son conocedores de esta situación;
lo que podría dar lugar a una nueva confusión, según expertos del
sector.
COMAPA,
INVESTIGADA
Esta
no es la única polémica en la que se ve envuelta la empresa. El
pasado 21 de diciembre de 2018, el representante legal y presidente
de Comapa, Blai Parés, compareció en calidad de investigado por su
implicación en una trama de empresas que manipulaban jamones y lomos
mezclados con fecha de caducidad pasada y origen desconocido.
Esta
investigación, llevada a cabo por la Guardia Civil, aún está
abierta. Se destapó en agosto de 2017, cuando la máxima autoridad
sanitaria de la Junta de Extremadura dio la voz de alarma al
encontrar cerca de 300.000 kilos de productos cárnicos mezclados con
restos de excrementos de rata, con fecha de caducidad pasada y origen
desconocido, sin documentación y etiquetados con un número de
registro sanitario falso. Así lo explicó el perito ante el Juzgado
de Instrucción número 1 de Fregenal de la Sierra (Badajoz)
realizada el pasado 23 de marzo de 2018.
Pero
a pesar de la investigación en curso, la Junta de Extremadura no ha
decretado la alerta sanitaria. Algo que sí hizo la Comunidad
Valenciana con la inmovilización el pasado verano de más de 100
toneladas de productos cárnicos, en su mayoría jamones, almacenados
en el interior de dos naves pertenecientes a un establecimiento
ubicado en Alzira, carente de autorización sanitaria, y sin
inscripción en el Registro General Sanitario de Industrias
Alimentarias y Alimento.
OTROS
PROBLEMAS DE ETIQUETADO
No
es la primera vez que las empresas aprovechan los problemas de
etiquetado que generan confusión en el comprador. Denominaciones de
Origen y expertos del sector llevan años denunciando el engaño al
consumidor de jamón 100% ibérico que amenaza con manchar el buen
nombre del jamón ibérico ante la pasividad de las administraciones
y una normativa demasiado laxa.
Los
consumidores adquieren jamón ibérico de cerdos híbridos mezclados
con otras razas, principalmente Duroc. Estos animales están
alimentados a base de piensos. Los usuarios no lo saben, y compran
atraídos en base a dos atractivos: precios más bajos a la raza pura
y un etiquetado confuso. Tanto que se omite información sobre la
raza mezclada (Duroc) en el etiquetado.
Así,
muchas cadenas de supermercados ofrecen en sus lineales este producto
con una etiqueta que anuncia que se trata de un “jamón ibérico”
o “jamón de bellota ibérico” para acompañarlo en la letra
pequeña con el porcentaje que revela la mezcla: “un 50% o un 75%
de ibérico”. Y estas etiquetas vienen amparadas por la ambigua
legislación –Real Decreto 4/2014– que no diferencia claramente
entre producto y raza. Es jamón, sí; pero no es 100% ibérico.
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